Este proyecto se sitúa en un punto clave de la antigua ciudad de Valencia, cuya voluntad es aproximar la huerta al paisaje urbano, de modo que se diluyan las barreras y los límites rígidos preexistentes entre ambos. Se establece como patrón generador del despiece del pavimento, la ubicación, parcelación y direcciones de cultivo de los antiguos huertos valencianos. Se toma como referencia el plano urbanístico de la ciudad de valencia en 1928.
La posición de la avenida sobre la que se trabaja, coincide con cuatro campos de cultivo diferentes, dando lugar a cuatro distintas direcciones para el trazado del pavimento. Dichas direcciones se utilizan de forma simultanea que al combinarlas generan una secuencia obteniendose así, un trazado en planta donde se ubicarán las maestras de la pavimentación.
Entre las estrategias utilizadas en este proyecto se encuentra: la iluminación, el plano del suelo y la vegetación. Todas ellas tratadas en paralelo, aportando, de esta forma, cierta organización ortogonal frente a las diagonales creadas por las maestras. En cuanto a la vegetación, se utiliza un mecanismo basado en las alturas. Así pues, se establece una relación de equilibrio, buscando la uniformidad entre el arbolado y lo edificado.
El eje en dirección al huerto está interrumpido por una carretera de gran importancia, donde el flujo de coches es muy elevado. Como solución a este obstáculo que impide continuar con una de las ideas del argumento del proyecto, eliminar las fronteras y crear una transición entre el paisaje urbano y el huerto, se decidió soterrar parte de esta carretera y crear así un paseo continuo que refuerce la zona peatonal. Ante esta propuesta, surgen cuestiones acústicas y visuales, queriendo aislar el paseo y alejarlo del tráfico. Se propone la construcción de un jardín vertical que funcione como separador y protector del tráfico rodado.